Una vez un amigo me mandó este texto.....
y sé muy bien por qué lo hizo...
Le recordó aquella vez que caminamos bajo las estrellas junto al mar y me preguntó por qué sonreía...
y sé muy bien por qué lo hizo...
Le recordó aquella vez que caminamos bajo las estrellas junto al mar y me preguntó por qué sonreía...
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Foto por Camila Alamos |
Amigo mío... yo no soy
lo que parezco. Mi aspecto exterior no es sino un traje que llevo
puesto; un traje hecho cuidadosamente, que me protege de tus preguntas, y
a ti, de mi negligencia.
El "yo" que hay en mí, amigo mío, mora en la casa del silencio, y allí permanecerá para siempre, inadvertido, inabordable.
No
quisiera que creyeras en lo que digo ni que confiaras en lo que hago,
pues mis palabras no son otra cosa que tus propios pensamientos, hechos
sonido, y mis hechos son tus propias esperanzas en acción.
Cuando
dices: "El viento sopla hacia el oriente", digo: "Sí, siempre sopla
hacia el oriente"; pues no quiero que sepas entonces que mi mente no
mora en el viento, sino en el mar.
No puedes comprender mis navegantes pensamientos, ni me interesa que los comprendas. Prefiero estar a solar en el mar.
Cuando
es de día para tí, amigo mío, es de noche para mí; sin embargo, todavía
entonces hablo de la luz del día que danza en las montañas, y de la
sombra purpúrea que se abre paso por el valle; pues no puedes oír las
canciones de mi oscuridad, ni puedes ver mis alas que se agitan contra
las estrellas, y no me interesa que oigas ni que veas lo que pasa en mí;
prefiero estar a solas con la noche.
Cuando tú subes a tu Cielo
yo desciendo a mi infierno. Y aún entonces me llamas a través del golfo
infranqueable que nos separa: " ¡Compañero! ¡Camarada!" Y te contesto:
"
¡Compañero! ¡Camarada!, porque no quiero que veas mi Infierno. Las
llamas te cegarían, y el humo te ahogaría. Y me gusta mi Infierno; lo
amo al grado de no dejar que lo visites. Prefiero estar solo en mi
Infierno.
Tu amas la Verdad, la Belleza y lo Justo, y yo, por
complacerte, digo que está bien, y simulo amar estas cosas. Pero en el
fondo de mi corazón me río de tu amor por estas entidades. Sin embargo,
no te dejo ver mi risa: prefiero reír a solas.
Amigo mío, eres
bueno, discreto y sensato; es más: eres perfecto. Y yo, a mi vez, hablo
contigo con sensatez y discreción, pero... estoy loco. Sólo que
enmascaro mi locura. Prefiero estar loco, a solas.
Amigo mío, tú
no eres mi amigo. Pero, ¿cómo hacer que lo comprendas? Mi senda no es tu
senda y, sin embargo, caminamos juntos, tomados de la mano.
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